Hoy os traigo un juego que probamos hace dos viernes de la mano de nuestro amigo Carmelo: el Notre-Dame. Diseñado por Stefan Feld y publicado por Ravensburger, es un juego para 2-5 jugadores con una duración media de 75 minutos.
Juego de los llamados de multitudes (o sea que vamos colocando cubitos o meeples en diferentes lugares del tablero para conseguir diferentes recursos), nos haremos cargo de un barrio de París. En sus diferentes edificios podremos colocar nuestros cubitos si jugamos la carta correspondiente. Para ello todos los jugadores cuentan con las mismas cartas en un mazo individual y dividiremos una ronda en tres turnos, robando tres cartas de nuestro mazo en cada turno. De estas tres cartas elegiremos una y pasaremos las otras dos a nuestro vecino y repetiremos la acción con las que recibamos. De las tres cartas que finalmente nos quedamos, realizaremos las acciones de dos de ellas.
Además hay dos mazos de cartas comunes con diferentes personajes: uno perteneciente a cada ronda y otro general para toda la partida. Estos personajes tienen dos finalidades: por un lado, cada carta indica una acción que puede convertirse en la tercera que realices si pagas una moneda; por otro lado, harán subir el Contador de Plagas. O sea, que tu barrio incrementa el número de ratas, cosa que tienes que controlar si no quieres ser penalizado.
Al final. recuentos de puntos de victoria para declarar el ganador. La verdad que yo no soy muy objetivo ante juegos como el Notre Dame porque me gustan este tipo de juegos, aunque tengo que reconocer que no me parece de los mejores dentro de este tipo. Los turnos son idénticos uno con el siguiente y el hecho de que las cartas sean las mismas siempre le dan un aire de rutina. Por otro lado, el diseño del juego para adaptarse al número de jugadores me parece genial, así como la sencillez de las reglas. Esto último es algo que cada vez valoro más, conseguir un buen juego que evolucione bien con unas reglas fáciles que no te obliguen a estar consultando continuamente las reglas durante las tres primeras partidas.
Estoy seguro de que repetiré al Notre Dame y creo que el secreto con este juego consiste en espaciar un poco las partidas para no quemarlo.
¡¡Hasta pronto!!